España puede respirar tranquila. No sólo por el triunfo en la Eurocopa y la consecución de un trofeo tan ansiado sino por la consolidación de un grupo exitoso y que tiene rato acostumbrado a ganar.
11 de los 22 jugadores que representaron a la nación ibérica en el torneo continental, en algún momento de su vida han alzado una copa con la selección, ya sea de Europa o del mundo.
En 1999, España fue campeona mundial en la categoría sub 20. De aquel equipo que consiguió el primer título del orbe en su historia para los hispanos, sobresalen tres de las figuras de hoy en día: Xavi, Iker Casillas y Carlos Marchena. Tanto el del Barsa como el del Madrid habían conseguido, dos años antes, la tercera posición en la Copa Sub 17.
No es casualidad que seis integrantes del plantel sean también monarcas europeos sub 19 y ya sepan lo que es ser los mejores del continente. Albiol, Fernando Torres, Sergio Ramos, Rubén De La Red, Iniesta y Silva sacan pecho.
Héroes de Viena como Fernando Torres o Cesc Fábregas también tienen su historia dorada. "El Niño" no sólo fue rey de Europa juvenil sino que además consiguió la Copa también en la sub 16. En ambas finales, incluyendo además la de la Euro, Torres marcó los goles del triunfo español.
Por su parte, Cesc, quien es considerado como el niño mimado de la cantera del Barcelona, que marcó un antes y un después en la discusión de los contratos de los infantes y que sin debutar en el primer equipo catalán se mudó a Londres y enamoró al Arsenal, también sabe lo que es el éxito.
Fábregas logró el subcampeonato en la Copa del Mundo sub 17 de 2003, siendo además condecorado como el mejor jugador del torneo y el máximo goleador. Junto a él, David Silva era el 10 y uno de los baluartes de esa selección.
Otro de los "acostumbrados" a ganar, es Andrés Iniesta. El volante azulgrana no sólo fue campeón europeo sub 19 y sub 16, sino que consiguió el segundo lugar en la Copa del Mundo sub 20 de 2003, detrás de un poderoso combinado brasileño.
Por todo esto, cuando España vio levantar la Copa en manos de estos jugadores y recorrió entera el trayecto de felicidad inmenso que les significa ser los mejores del continente, también sonreían por el futuro que les depara y por la tranquilidad que representa estar rodeados de una generación realmente exitosa.
A partir de ahora, España infla el orgullo y camina con el rostro arriba y de frente. Estos apellidos retumban en todo el mundo y el rojo de su camiseta se vende sin parar. El triunfo es la consolidación de la llamada generación dorada del fútbol español.