Lo que el Liverpool, el Arsenal y el público de Anfield ofrecieron anoche es el fútbol en estado puro. Dos equipos entregados como si no hubiera mañana. Acción y emoción. Alternancias en el marcador, un gol tras una jugada maradoniana de Walcott que remató Adebayor; otro de Torres, que se graduó ante el Arsenal, maravilloso. Un penalti postrero y el remate final de Babel cuando los de Cesc estaban volcados en busca del gol que les hubiera dado el pase, un pase que tuvieron con el empate a dos y que dejaron escapar en la recta final del partido. En esos últimos diez minutos el perfume del Liverpool, el aliento de Anfield, minó la moral de un Arsenal.
La única pena de ayer noche es que uno, el Arsenal, quedó fuera. Y merecían seguir los dos: Reds y Gunners. Cesc, Xabi y Torres. Almunia y Reina. Los españoles que contribuyeron al espectáculo y que han aprendido a vivir nuevas emociones lejos de nuestro país. Como Torres, que ha pasado de nadar para ahogarse en la orilla a meterse (de momento) en la semifinal de la Champions en el año de su debut en la Copa de Europa. Y con galones. Con el golazo que anoche le hizo a Almunia, el ex atlético suma ya 5 tantos en la Champions... y 29 en total con el Liverpool.
Música.
No es extraño que The Kop le haya compuesto su propia canción. Una melodia que anoche sonó en las gradas tras su gol, el que adelantó por vez primera al Liverpool y que llegó tras una maniobra perfecta. Paró y templó con el pecho, bajó el balón y le pegó con todo. Entró como un obús, por la escuadra. Imparable para Almunia. En España soñamos con que Torres llegue en el mismo estado de gracia y de gol a la Eurocopa.
El Arsenal salió enchufado y le dio un buen repaso al Liverpool, que cambió su sistema habitual para pasar a jugar con tres en punta: Kuyt-Crouch-Torres. Ese dibujo táctico provocó una descompensación en el equipo, porque Gerrard tuvo que irse a la banda izquierda. Rafa Benítez recompuso el equipo y poco a poco el Liverpool se fue recuperando. A la media hora llegó la jugada que cambió el partido y la eliminatoria: el gol de Hyypia. Con el 1-1 el Arsenal se vino abajo y entregó el balón. Le dio al rival lo que más valora, tanto que es el equipo de la Champions que más posesión tiene de pelota. Pero con el remate del finlandés cambió la dinámica.
La grada de Anfield metía presión. Mucha presión. Y fue cuando el Niño se hizo mayor. Fue una balón largo de Carragher desde su propio campo. Un balón larguísimo del que Torres sacó petróleo. Con ese gol, el Liverpool estaba clasificado...
Pero en un minuto todo cambió. El jugadón de Walcott (recorrió 75 metros sin que ninguno de los cuatro jugadores del Liverpool que le salieron al paso fuera capaz de frenarle) terminó con el gol de Adebayor que daba la clasificación al Arsenal a seis minutos para el final del partido. Y Anfield volvió a rugir. No se rindió. Creyó. Y ganó. Un minuto después, el penalti (discutido) de Touré a Babel. Y llegó otro momentazo: a ver quién era el valiente que se atrevía a lanzar. Fue Gerrard. Que además la metió por la escuadra, por si había dudas.